Ejercicio Continuo

Al crecer, me encantaba enrollar una peonza tan fuerte como pude y enviarlo a toda velocidad sobre la acera. Cuanto más enrollaba, mas giraba. Poco a poco, la peonza comenzaría a tambalearse y finalmente caería parando completamente. Todos los días nos relacionamos de una manera sutil, imperceptible e impresionantemente con Dios. El universo funciona y florece debido a ejercicio continuo de poder y amor de Dios.

Todos los días nos topamos con la Providencia de Dios. De la misma manera que Dios es independiente de la creación, es este mismo atributo de independencia que muestra su providencia. Él siempre está sosteniendo, siempre reinando. Providencia enseña que Dios no creó el universo y luego lo abandonó.

La palabra «providencia» se deriva del latín providentia, el sustantivo del verbo providere, «mirar hacia adelante» o pronosticar . Como concepto filosófico o religioso, Providencia denota el cuidado de Dios hacia sus criaturas. Providencia significa que Dios es el primer principio personal. Providencia nos asegura que todas las acciones provienen de un agente amoroso y personal.

Dios, el Gran Creador de todo, sostiene, dirige, dispone, y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, desde la más grande hasta la más pequeña, por su sabia y santa providencia, conforme a su presciencia infalible y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, para la alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia. – Confesión de Westminster V.i

Providencia nos hace saber que somos amados y siempre atendidos. Dios no sólo crea y luego toma un paso hacia atrás para ver el espectáculo. El esta íntimamente invertido en tu formación y cuidado.

Da un paso hacia atrás y bebe profundamente de la Providencia y ve Su cuidado, Su mano escondido hacia ti. Interactúa sutilmente, íntimamente, e imperceptiblemente, mientras disfruta de su Providencia.

Últimas Ordenes

Juan 13:34 Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros.

Cada año, el jueves antes de Pascua reflexionamos sobre Jesús y sus últimas palabras antes de su crucifixión. En algunas tradiciones se refiere a este día no solo como el Jueves Santo sino como «Maundy Thursday» del las palabras latinas «mandatum novum do vobis» – un mandamiento nuevo os doy.

Recuerdo claramente la primera vez que me pusieron en guardia durante nuestro periodo de instrucción basica. Los sargentos me preguntaban cuáles eran mis órdenes generales. Inmediatamente, salte con la respuesta, «1. Guardaré todo dentro de los límites de mi puesto y dejare mi puesto sólo cuando sea debidamente relevado. 2. Obedeceré mis órdenes especiales y realizaré todas mis funciones de forma militar. 3 . Informaré de todas las violaciónes de mis ordenes especiales, emergencias, y de cualquier cosa imprevista en mis instrucciones al comandante del relevo».

A un centinela se supone que debe seguir sus últimas ordenes y sus intenciones  hasta que sea debidamente relevado o hasta que se le den nuevas instrucciones. Jesús nos dio últimas órdenes que todavía están en plena vigencia, «Amaos unos a otros como yo os he amado».

El evangelio de Juan es el evangelio donde la palabra amor se usa más que ningún otro evangelio. Incluso dentro del evangelio, el uso de la raíz griega de «ágape», vemos un aumento masivo en su uso en los tres capítulos de Juan 13-15. Estas son las conversaciones de Jesús con sus amigos justo antes y durante su última cena con nosotros. Juan lo expresa así:

Juan 13: 1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

El único poder que fue capaz de mantener a Jesús en la cruz era amor. El único poder que nos ayuda a mantener nuestras promesas a otros es Amor Sí Mismo.

Deja que el Amor Sí Mismo transformé la manera en que nos relacionamos con todo el mundo.

¿Abusón? ¡De ninguna manera!

Ex 9:15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra.

Lea Éxodo 7: 14-10: 29

Cada pocos meses escuchamos de padres que se comportan de forma poca paterna con sus hijos. Padres deben proteger a sus hijos y no maltratarlos. Padres deben ser cariñosos, no abusones. Estas historias son desgarradoras. Cuando leemos acerca del Dios de Moisés vemos a un padre amoroso dando diez advertencias a un hijo contumaz por el nombre de Faraón.

Muchos historiadores apuntan al  «Papiro de Ipuwer» para sugerir un posible cataclismo en la historia del Egipto antiguo que sirve de paralelo extra-biblico a los incidentes descritos en el relato bíblico de las Plagas.

He aquí, el río es sangre, al beber de él, uno rehuye de personas y tiene sed de agua …
Las ciudades están devastadas, el Alto Egipto se convirtió en un páramo …
(«Las amonestaciones de Ipuwer», M. Lichtheim. 1971-1980. La literatura del Antiguo Egipto. 3 vols. Berkeley)

Dios es el Dios que actúa decisivamente en tiempo y en espacio para producir arrepentimiento y redención.

Dios le dio a Faraón 10 advertencias.

Es posible leer la historia de las 10 plagas y confundirlos con lo que no son. Cada uno fue diseñado no para castigar, sino para producir arrepentimiento. Muchas veces lo denominamos las «diez plagas» cuando mejor se les podría llamar «las diez advertencias». Algunos preferirían saltarse estos versículos como algo anticuado y arcaico. El pasaje citado anteriormente es una parte reveladora de toda esta narración. Es el séptimo de las diez plagas. Puedes escuchar el tierno ruego de un padre a un hijo fuera de control.

«¿No ves que siendo el Todopoderoso podría usar mi omnipotencia y obligarte a cambiar. Pero esto no es lo que hace un padre. Te estoy suplicando. Estoy pidiéndote que cambies».

Incluso en esta séptima plaga de granizo y fuego, Dios está dando al faraón amplio aviso. El Señor esta en realidad pidiendo al Faraón y al pueblo egipcio que pongan su ganado bajo cubierta. Él desea que cada ser humano este protegido de las consecuencias naturales de su desobediencia.

El Señor quiere que su mundo se aferre a Él y tome refugio de la tormenta. «¡Toma cobijo bajo el costado traspasado del Salvador!» Es el ruego compasivo de un Dios que te ama y te redime.

Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel? – Ez. 33:11

Pausa y reflexiona sobre este Dios de gracia ilimitada y un sinfín de oportunidades para con el arrepentimiento.