Humanidad Endurecida

Éxodo 5: 2 Y Faraón dijo: «¿Quién es El SEÑOR, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a El SEÑOR

Lee Éxodo 5: 1-7: 13

El Endurecimiento de nuestra Humanidad

¿Alguna vez has ido al dentista y te anestesiaron las encías? Asi es cómo Faraón se sintió en su corazón.

Si adoras a cosas en lugar de la persona de Dios, te convertirás mas en cosa y un poquito menos en persona.

Ex 7: 3 Pero yo endureceré el corazón de Faraón, y aunque haré muchas señales y prodigios en la tierra de Egipto, 4 Faraón no te escucharán.

Lo peor que Dios podía haber hecho a Faraón era simplemente darle los deseos más fuertes de su corazón. Dios nos hace tan libres que no somos capaces de no seguir esta libertad.

Uno de las descripciones que la Biblia usa a menudo para los efectos del pecado es tener un corazón de piedra (Ezequiel 11:19). No es que Dios esté endureciendo nuestros corazones activamente, lo está haciendo pasivamente; nos permite tener los deseos más profundos y más fuertes de nuestro corazón. Jugamos la parte activa al no escuchar (Ex 7: 4).

El conocimiento de Dios

El humorista y escritor británico Jonathan Swift dijo una vez: «No hay peor ciego que el que no quiera ver» (1738, «Conversación Educada»). Hay momentos en nuestras vidas cuando tendremos el que es mismísima Verdad hablando con nosotros y todavía nos negamos a ver la realidad.

Faraón es abordado por Moisés el cual pide la liberación del pueblo de Israel. ¿Cuál es la respuesta de Faraón? «¿Quién es El SEÑOR… Yo no conozco a El SEÑOR.» Faraón no estaba hablando como un ateo, él estaba hablando como un politeísta que estaba realmente intrigado por el Dios de los hebreos. Más tarde, en este capítulo vemos que ya no puede encajar a Dios dentro de sus preconceptos. En lugar de revisar su visión del mundo, decide revisar su comprensión del Dios de los hebreos y rechazar las insinuaciones de gracia del Señor.

Asombro Sin Fin

Dios ha llenado nuestros corazones con fuertes deseos. Tenemos que reconocer que no es una cuestión de tener deseos menos fuertes, sino que debemos tener un mayor objeto de nuestro deseo. La única cosa que derretirá nuestro corazón es ver a Jesús como el mayor objeto de nuestro afecto. Es la muerte de Jesús en la cruz que nos da que ese mayor objeto.

Ez. 36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; Os quitaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne.